¿Quién le iba a decir a Raquel que su vida iba a dar un giro radical en un par de meses? Y tan radical. Ella una mujer responsable, seria, comprometida con su trabajo y acompañada por Andre, un hombre de negocios que además es su jefe, se iba a dar de bruces con la cruda realidad que no huele precisamente a flores frescas, si no más bien a "mierda".
Una granja, un obrero y un par de acompañantes le abrirán los ojos a nuestra protagonista.
El título no deja indiferente a nadie, pero es que es perfecto para este libro, que está repleto de humor y sarcasmo. Empezando por Raquel o Rachel, que no es precisamente muy educada a pesar de ser una mujer formal. Sus diálogos sobresalen por sus palabras mal sonantes cuando Burke (el obrero) le molesta o se ríe de ella. Esta muchacha con su histeria y monólogos ante una vaca me ha arrancado varias carcajadas.
El punto más fuerte de este libro son los pueblecitos que visitamos entre página y página. Me gustó muchísimo el Museo Burda, sin obviar Baden-Baden.
Esta historia te deja un mensaje que yo he interpretado de la siguiente manera: a veces tenemos que salir de nuestra zona de confort para conocernos a nosotros mismos, para vivir nuevas experiencias y conocer a personas con las que jamás pensaríamos que podríamos conectar, para enamorarnos e ilusionarnos o simplemente dejarnos llevar.
Déjate llevar y llénate los tacones de mierda, despreocúpate del que dirán.
Adriana Ortega
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